domingo, 8 de mayo de 2011

SHRAPNEL


Una de las armas más terribles que se han desarrollado jamás fue el Shrapnel, un proyectil de artillería diseñado para barrer las huestes enemigas a larga distancia.


Dado que el proyectil macizo o la granada explosiva no estaban diseñados para actuar con eficacia contra la infantería o la caballería se confiaba en los botes de metralla, es decir, sacos o envases llenos de fragmentos de tornillería, balas de mosquete o postas para detenerlos. Había, no obstante, un problema y éste no era otro que la distancia pues no era posible utilizar el bote de metralla a grandes distancias y se solían reservar como medida desesperada al recurrente grito de "A quemarropa" o "A tiro de mosquete".


La respuesta se presentó, en 1784, en forma de la invención de un teniente de artillería llamado Henry Shrapnel (1761-1842). Se trataba, como él mismo la denominaba, de una carcasa esférica rellena de balas de mosquete y provista de una carga de pólvora y una mecha que le permitía hacer explosión después de haber sido disparada por una pieza de artillería.


Shrapnel, cuya carrera discurría por los cauces habituales en un Arma, la Artillería, donde no se ascendía por compra de nombramiento sino por rigurosa antigüedad, había entrado en acción y resultado herido en Flandes en 1793, ascendido a capitán en 1795 y a mayor en 1803, solamente un año antes de que el Ejército se decidiera a adoptar su artefacto después de un empleo exitoso en la captura de Fuerte Amsterdam, en las posesiones holandesas de América del Sur en la Primavera de 1804.


El arma despertó gran interés en las altas instancias del Ejército, hasta el punto de que Shrapnel fue ascendido a teniente coronel en dos meses escasos. En la campaña de la Península fue empleada por vez primera en la batalla de Vimeiro, en Agosto de 1808.


La invención de Shrapnel le sobrevivió pues su diseño, con las modificaciones propias debidas a los avances de la ciencia, pervive hasta la actualidad. Henry Shrapnel recibió del Parlamento una pensión vitalicia anual desde 1814 en reconocimiento a sus servicios a la Nación. Alcanzó el empleo de teniente general y falleció a la muy respetable edad de ochenta años.

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