Una de estas colonias se convirtió en un objetivo capital para los intereses británicos dada su privilegiada situación: El Cabo de Buena Esperanza.
Desde 1655 El Cabo era un puesto de avituallamiento para los barcos de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales que hacían la ruta Europa- Oriente. Capturada por los británicos en 1795, fue devuelta como cláusula de la Paz de Amiens (Marzo de 1802-Mayo de 1803) a la República de Batavia (Holanda), en tanto que aliada de la Francia Revolucionaria.
La reactivación de la guerra convirtió El Cabo en un objetivo prioritario dados sus intereses, cada vez mayores, en la India y por la necesidad implícita de contar con una base en posición tan crucial.
Así pues, a finales de 1805, los británicos iniciaron las maniobras para hacerse con tan codiciado territorio. En Enero de 1806, tropas británicas al mando de Sir David Baird (1757-1829), un veterano de la India y de la Campaña de Egipto. Las tropas británicas, más de cinco mil hombres, se enfrentaron a las escasas fuerzas holandesas disponibles: algo más de dos mil efectivos bajo el mando directo del gobernador de la colonia, el general Jan Willem Janssens (1762-1838).
Previsiblemente, los británicos se impusieron en una única y pequeña batalla librada cerca de Ciudad de El Cabo y llamada Blaauwberg (8 de Enero). Los holandeses se retiraron tierra adentro pero, finalmente, cedieron y firmaron su capitulación a mediados de mes.
Los británicos permanecieron de facto en El Cabo hasta que su posesión fue ratificada oficialmente mediante un tratado con Holanda en 1814. El general Baird, por su parte, volvió a las armas en la Expedición a Copenhague de Agosto-Septiembre de 1807 e, inmediatamente después, a la Península donde asumió brevemente el mando tras la muerte de Moore en La Coruña. Vuelto a Gran Bretaña, recibió honores y títulos aunque no volvió a tener un mando en campaña.
Buena parte de la población holandesa que permanecía en El Cabo, renuente a la ocupación británica, decidió buscar una nueva tierra de promisión y, en las décadas de 1830-1840, se lanzaría a una épica emigración hacia el norte, conocida como Grand Trek (Gran Viaje), y que daría como resultado la creación de los estados de Orange y Transvaal.
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