domingo, 13 de febrero de 2011

Ian Talling. LIBRO I - Capítulo 1

DIARIO DE LA GUERRA DE LA PENÍNSULA


Segundo Teniente Ian Talling. 87ºRgto. (del Príncipe de Gales) Irlandés de Infantería.
Quince de Abril del Año de Nuestro Señor de 1809.

Con no disimulada emoción doy comienzo a este Diario con el firme propósito de dejar constancia de mis vivencias e impresiones en la contienda hacia la cual me encamino.

Ignoro cuántas páginas podré llenar pues queda en manos del Todopoderoso mi destino pero mi resolución es clara: Pretendo legar a quienes vengan tras de mis pasos el testimonio de un soldado que defendió a su Dios, a su Patria y a su Rey del enemigo más formidable de cuantos hasta el momento los hubieran amenazado.

No es fácil, para quien es hijo y hermano de soldados, permanecer impasible ante el derroche de valor y el sacrificio diario de sus seres queridos:

Mi padre, Seamus Talling, era apenas un muchacho cuando ya luchó junto a Braddock en el Monogahela y no decreció un ápice su valor cuando defendió la causa de nuestro Rey frente a los rebeldes de las colonias de Norteamérica. El hecho de que la edad no le permita ya servir le irrita sobremanera.

Mi hermano mayor, Angus, se está labrando una gloriosa carrera en la India. Ha tomado parte en el asalto a Seringapatam y en la batalla de Assaye a las órdenes del joven y distinguido general Sir Arthur Wellesley, actualmente al mando de nuestras tropas en Portugal y es, hoy en día, por su dominio de las lenguas y costumbres locales y por su indudable valor, uno de los oficiales más apreciados de las tropas de la Honorable Compañía de las Indias Orientales.

Patrick, mi otro hermano precedente, es capitán en la Real Infantería de Marina. Ha recorrido el Mundo de un extremo a otro a bordo de naves de las tres escuadras. Ha combatido contra franceses, españoles, yanquis y berberiscos e, incluso, contra feroces piratas malayos. Desde pequeño adoraba la acción y, por tanto, su vida y su oficio se amoldan perfectamente a su carácter.

Por todo ello cuando mi padre me comunicó, el mismo día de mi decimoséptimo cumpleaños, que había obtenido mi nombramiento de segundo teniente en el Segundo Batallón del célebre Regimiento 87, “los irlandeses del Príncipe de Gales”, sentí que la llamada de las banderas había alcanzado, al fin, al más joven de los Talling.

Mas, por el contrario, el pertenecer a este regimiento donde sirven hombres de Tipperary y de Galway, católicos o protestantes, constituye un honor por cuanto todos somos hombres de Erin valerosos, abnegados y leales que no dudamos en correr a enfrentarnos a quien pretende sojuzgarnos y que, en su empeño, ha invadido y esclavizado a otros reinos y estados y que, sin duda, ansía poder hacer lo mismo en nuestras islas.

Mis sentimientos, pues, al iniciar la travesía que me llevará a las costas portuguesas son de determinación de cumplir con mis deberes y, asimismo, de responsabilidad por cuanto he de honrar el apellido que ostento y, por ende, a quienes lo han ensalzado antes que yo.

No temo a la Muerte, aunque espero que cuando llegue el momento de entregar mi alma pueda limpiarla ante un sacerdote. Ignoro cual será mi comportamiento al entrar en combate, pero sé que mi padre y mis hermanos estarán conmigo en espíritu para que mi brazo no desfallezca.

Por último, y para finalizar estas primeras líneas, no olvido que el enemigo que me aguarda allá donde me dirijo es el mejor soldado de Europa: Ha derrotado a los principales ejércitos del Continente y su bien ganada fama corre pareja a su valor y veteranía...

Pero aún no han oído el grito de batalla de los hombres de Erin:

Faugh-a-Ballagh!



Fernando J. Suárez de Miguel ©

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