Durante su reinado la Gran
Bretaña conquistó el Canadá, eliminó a sus competidores en la India, sufrió el
quebranto de perder las Trece Colonias de Norteamérica y, aunque ya había
abdicado, en el momento de su muerte (1820) su país era la mayor potencia
comercial, financiera, industrial y naval del Mundo.
Nacido en 1738, accedió al
trono en 1760 tras la muerte de su abuelo Jorge II. Fue el primero de la
dinastía Hannover en nacer en Gran Bretaña.
Hombre de gustos
sencillos, lo que le hizo popular entre las clases bajas, los primeros años de
su reinado estuvieron marcados por la crisis económica derivada de la Guerra
(victoriosa no obstante) de los Siete Años (1756-1763). Esta crisis condujo a
un aumento de impuestos en colonias lo que, a la larga, provocaría la rebelión
de buena parte de la población de las colonias de Norteamérica.
Aquejado de una extraña dolencia
que afectó sus facultades mentales durante varios periodos (1765; 1788; 1801 y
1810) sus relaciones con quienes detentaron el cargo de Primer Ministro (Pitt,
el Viejo; Bute; Grenville; Fitzroy; Pitt, el Joven…) estuvieron marcadas tanto
por aquella como por su tendencia a la autocracia (muy criticada por quienes le
acusaban de estar “contaminado” por el absolutismo del continente europeo).
La Independencia de los
Estados Unido constituyó un terrible golpe para Jorge III, ello no impidió que
la Paz subsiguiente firmada con aquellos y sus aliadas Francia Y España no
fuera excesivamente desfavorable para Gran Bretaña. Recuperó buena parte de su
popularidad durante las guerras revolucionarias y napoleónicas, considerándole
el imaginario popular un símbolo de la resistencia británica contra Napoleón.
Su dolencia le mantuvo
semiapartado de sus funciones de nuevo en 1801, aunque para 1811 se hallaba en
un estado de demencia casi total. Recluido en el castillo de Windsor, su hijo
mayor ejerció como regente desde ese año hasta la muerte del rey que perdiera
las colonias de Norteamérica, en Enero de 1820.
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